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¿Marchar a la ONU?

El canciller dominicano ha invitado a los grupos nacionalistas y a todos aquellos interesados en frenar la migración haitiana a manifestarse frente a las oficinas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Ante tan insólita propuesta, cabe preguntarse si esta migración fue impuesta por alguna otra nación o algún organismo internacional. Hasta ahora, no hemos visto soldados extranjeros obligando  a recibir haitianos.

La ONU está compuesta por 193 países, pero son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad quienes tienen el poder de decisión sobre temas cruciales Los grandes ya tomaron una decisión: China y Rusia se opusieron al envío de cascos azules.

Desafortunadamente, la misión multinacional en desarrollo parece no podrá resolver los problemas de estabilidad.

Ni Estados Unidos, ni Canadá, ni Francia están dispuestos a seguir invirtiendo recursos en Haití. Entonces, ¿quién puede ofrecer apoyo? Los países de la región, especialmente el vecino país (que es diez veces más rico), que, aunque recibe el impacto negativo, también se beneficia de la crisis.

Nuestro gobierno ha adoptado una postura ultranacionalista, intensificando las deportaciones, negando derechos a los descendientes y rechazando propuestas sencillas como abrir el espacio aéreo o rehabilitar la comisión bilateral de desarrollo.

Una de las principales preocupaciones de los dominicanos es el gasto en salud y educación, pero la mano de obra haitiana en sectores como la construcción y agricultura contribuye mucho más de lo que esos gastos representan.

Aunque este año van 150,000 deportaciones, la migración no se detendrá, hasta que las condiciones económicas y sociales en Haití mejoren. Mientras tanto, seguirán cruzando por el sistema de trata humana, en muchos casos orquestado por oficiales dominicanos corruptos, tanto civiles como militares.

Las plataformas digitales han facilitado la propagación de mensajes de odio y exclusión, ampliando su alcance y desafiando los mecanismos tradicionales de control informativo.

El país debería abandonar el nacionalismo demagógico y asumir con responsabilidad los retos que representan Haití y la migración haitiana.

El tiempo corre, los problemas se multiplican y los extremistas que fomentan el odio y buscan protagonismo están en aumento.

Solo mediante el diálogo y la cooperación se podrán evitar las tragedias del pasado y construir un futuro de paz y convivencia.


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