Una pregunta curiosa que se hace un partidario de Trump es: «¿Por qué los liberales piensan que los seguidores de Trump somos estúpidos?». La respuesta a esta interrogante nos lleva a una serie de situaciones que, a menudo, dejan a muchos rascándose la cabeza.
Imagina que ves a un hombre que estuvo al frente de una universidad fraudulenta, estafando a personas vulnerables. Algunos piensan: «Está bien, ¡qué original!» O ves a Trump presumir de no pagar a sus acreedores, y la respuesta es: «No es un problema, eso es pragmático».
Luego están las joyas de la corona: cuando se jactó de su historia de abuso sexual o cuando afirmó que podría dispararle a alguien en la V Avenida sin que a nadie le importara. Muchos se encogieron de hombros y pensaron: «Él realmente me entiende». Es como si la lógica hubiera salido de vacaciones.
Otra situación memorable fue cuando un anciano se cayó y se lastimó, y en lugar de ofrecer ayuda, Trump se rió de la escena. La reacción común: «¡Esa es la vida!» Y cuando se burló de los discapacitados, algunos lo encontraron divertidísimo.
La historia se complica aún más con la defensa de los Five de Central Park y el apoyo a grupos neonazis. Cada declaración de Trump provocaba aplausos en situaciones donde se esperaría un silencio incómodo. Su forma de relacionarse con dignatarios internacionales, marcada por insultos y arrogancia, lo hacía sentir como un rey.
Incluso sus comentarios sobre Puerto Rico, cuando dijo que ayudarles era difícil porque estaban «en medio del agua», fueron recibidos con sonrisas por sus seguidores. Después de todo, ¡estaba hablando de relaciones internacionales!
En campaña prometió que acabaría la guerra entre Ucrania y Rusia al llegar al poder dice: -solo estaba siendo sarcástico-. ¿y que tal con los aranceles? Tiene los mercados bursátiles nerviosos en todo el mundo, porque los pone hoy y los quita mañana.
A pesar de todas estas travesuras y comportamientos de dudosa moralidad, sus partidarios siguen sonriendo y luciendo sus gorras de MAGA. Puede ser simplemente una mezcla de simpatía y confusión. ¿Quizás si no son realmente estúpidos, hay otra explicación menos halagadora?
Así que, de alguna manera, el verdadero espectáculo está en ver cómo el mundo observa y responde a estas peculiaridades. ¡Es un show que no se puede perder! – Tomado de Adam-Troy Castro, publicado en Quora Digest.