Uno de los trabajos que han ido desapareciendo en el mundo dominicano es el servicio doméstico. Y aunque hay leyes modernas que buscan mejorar las cosas, la realidad es que sigue siendo una tarea ardua y con escaso reconocimiento monetario.
Adiós a los días en que cualquier familia de clase media podía darse el lujo de tener a alguien en casa para hacer las labores.
Entonces, ¿quién se está encargando de cubrir ese vacío? ¡La madame! Y si decides darle la bienvenida en tu hogar, es bueno conocer algunas de sus costumbres.
A pesar de que el Presidente asegura que está deportando miles de haitianos cada semana, la vida cotidiana tiene su propia trama. Puedo asegurarte que la realidad es otra.
Los jóvenes trabajadores, ahora que han visto un pequeño aumento económico, también desean tener a su «dama» cerca para mitigar esos ímpetus hormonales. ¡Claro, quién no! Y esas mujeres que dan a luz en nuestros hospitales, la mayoría viven aquí, y la historia de que las traen en excursiones es solo eso, una historia.
En nuestra casa, estuvimos un buen tiempo sin servicio hasta que decidimos contratar a una madame. ¡Qué sorpresa! Resultó ser la esposa del jardinero (que, tiene sus papeles en regla) y ya tienen un hijo.
La madame, como muchas mujeres haitianas, no habla el español muy bien, así que mi esposa ha tenido un par de desafíos con las órdenes. Ella suele responder “sí” a todo, pero después parece no haber entendido ni media palabra. ¡Es un juego de adivinanzas!
Entre los haitianos, parece que «no» es una palabra que resulta casi inexistente, aunque, cuando llega tarde y le preguntas si ya desayunó, la respuesta es siempre un tajante “no”.
Para que la relación laboral fluya como la brisa del Caribe, lo ideal es comenzar el día con un sonriente “bonjour” y recordar que ellas pueden no tener idea de cosas sencillas como manejar la estufa o el microondas. ¡Paciencia ante todo!
Es importante destacar que ellas traen consigo costumbres culinarias únicas. Si les ofrece comida picante o les pides que preparen un «pikliz», estarán encantadas. Si les ofreces un locrio de pica pica, tendrás fans incondicionales. Así que, aunque resistas el cambio, si quieres disfrutar de las mismas comodidades de antes, tendrás que abrirte a lo nuevo. Al final del día, «oui» es «sí» y «no» es «no». ¡Y que viva la adaptación!