Ay, enero, qué mes tan largo! Apenas han transcurrido 31 días y ya sentimos que hemos vivido más que una telenovela turca.
Los primeros 7 días del mes se caracterizaron por una bulimia mental, esa pesadez de no querer hacer nada; es como si la cama se hubiera convertido en una extensión de nuestra piel. Y para colmo, Trump asumiendo el poder, las guerras y conflictos internacionales y la epidemia de influenza que se ensañó con más de la mitad de la población. ¡Brillante!
Después de los bacanales y excesos navideños, enero entró como el primo pesado que no se va, trayendo arrepentimientos y propósitos de enmienda.
La tarjeta de crédito está más sobrepasada que una licuadora mal utilizada y buscar el dinero para pagarla es como tratar de encontrar un unicornio.
La dieta y la reducción de la ingesta de alcohol empezaron, pero entre el deseo de comer lechuga y la voluntad de comer pizza hay un trecho más largo que una maratón. Al final, rendidos ante nuestros viejos hábitos, decidimos que “mañana” es un buen día para empezar.
La irrupción de Trump al poder es otra causante de incertidumbre y malestar, es como una mala resaca.
Su retórica de odio hacia los inmigrantes y las minorías ahora se materializa en deportaciones masivas que han dejado a muchos latinos rascándose la cabeza, recordando que creían que todo era politiquería. Por si fuera poco, muchos evangélicos están de fiesta porque se desmontan derechos y programas LGTB+.
¡Qué año para celebrar la diversidad! Las deportaciones de haitianos y los crímenes de las pandillas en Haití son el toque final de una ensalada de preocupaciones. Y mientras tanto, las noticias de guerras en Gaza y Ucrania nos dan esa sensación de impotencia que sólo puede ser comparable a intentar abrir un frasco de pepinillos cerrado. Y no olvidemos a Maduro en Venezuela, que parece que ha decidido quedarse para el “after party”.
Como siempre, enero llegó con una epidemia de influenza que afectó a muchos. Por suerte, yo me vacuné a finales de año y logré escapar ileso, como un héroe de acción.
Enero fue como un eterno lunes, pero por fin estamos en febrero, ese mes corto que nos brinda más de un fin de semana largo. Y después de febrero, nos quedan solo 10 meses hasta que llegue de nuevo la Navidad.