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Channel: Ernesto Guerrero – El Nacional
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Duarte: el incomprendido

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A lo largo de nuestra historia, salvo algunas excepciones, la mayoría de nuestros políticos han sido ingratos con Juan Pablo Duarte. Su firme creencia en la creación de una nación soberana e independiente le valió el desprecio y la exclusión, tanto de la Iglesia Católica como de muchos de sus compañeros conservadores que solo aspiraban a la anexión a las potencias de la época, y rechazaron la “Pura y simple” como era su meta.

Juan Pablo al igual que la mayoría de los trinitarios, era joven, masón y tenía ideas progresistas influenciadas por los movimientos en España y la Revolución Francesa. Su relación con la iglesia fue conflictiva, el 28 julio 1844 el Vicario Tomás Portes emitió una pastoral que se leyó en todas las iglesias, excomulgándolo. La Iglesia Católica, sin embargo, bien podría hacer hoy una declaración de desagravio hacia él.

Sus compañeros de lucha, como Pedro Santana, Bobadilla y otros trinitarios, quienes luego se inclinaron por el anexionismo, lo marginaron, denigraron, encarcelaron y lo enviaron al exilio, del cual nunca pudo despojarse.

A pesar de que varios presidentes lo invitaron a regresar, Duarte, por amargura o despecho, no regresó sino hasta 20 años después, para ponerse al servicio del ejército Restaurador. Sin embargo, de nuevo fue marginado, enviado al exilio y murió en Venezuela en 1876, sin haber sido plenamente reconocido en vida.

En cuanto a su relación con Haití, Duarte fue siempre respetuoso. En 1834 se unió a la Guardia Nacional haitiana, luego fundó la Trinitaria y posteriormente junto a otros sectores haitianos, participó en la lucha que llevó a la caída de Boyer del poder.

La persecución de Charles Gerard, presidente haitiano, lo obligó a refugiarse en el exterior, regresando poco después de la proclamación de la Separación en 1844. En sus cartas, Duarte dejaba claro su admiración por la lucha del pueblo haitiano contra las grandes potencias.

Fue el dictador Ulises Hereaux (Lilís) quien, en 1884, en un gesto simbólico, repatrió los restos a nuestro país y declaró al trio Duarte, Sánchez y Mella como los tres padres de la patria.

Con su característico humor, comentó que no quería que movieran mucho los altares para que no se cayeran los santos. De no haber sido por su hermana Rosa, quien se encargó de recuperar su historia y biografía, Duarte seguiría siendo el gran desconocido de nuestra nación.


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