Vaya primer huracán de la temporada con altas y bajas, como una montaña rusa! Beryl decidió hacer de las suyas, pasando cerca de nuestras costas y dejándonos con la adrenalina al máximo.
Afortunadamente, solo nos dejó con un poco de oleaje para recordarnos quién manda en la naturaleza. Y como si el huracán no fuera suficiente, nos fuimos a Texas donde mi hija nos dejó al cuidado de los tres “angelitos” en forma de nietos. Entre tanto, uno de ellos decide enfermarse, ¡como si necesitáramos más emoción en esta semana de locura!.
El huracán llegó inesperadamente el lunes de madrugada. Nos mantuvo en vilo, con lluvias fuertes, truenos y vientos que ni “Mayra el ciclón del Caribe” jamás igualó. Los mensajes de alerta oficiales lejos de calmarnos nos creaban mas incertidumbre, especialmente cuando hablaban de tornados. Menos mal que descubrimos que la «sirena» era solo el despertar de «Robotina» que encendía y apagaba.
Después de un par de días sin luz, comenzamos a sentir la verdadera prueba: ¡tres niños sin sus tecnologías! La ciudad parecía un pueblo fantasma, con todo cerrado y el calor sofocante sin piedad. ¡Imposible pensar con claridad mientras nos derretíamos en casa!.
La falta de aire acondicionado nos tenía al borde, con temperaturas dignas de hacer hervir un huevo en el patio y en las noches desvelados con tres “gringuitos” que nunca antes durmieron sin aire acondicionado. La desesperación por mantener frías las bebidas se convirtió en otra misión imposible. ¡Qué momento para descubrir que en Texas no todos conocen el término «inversor» o tienen una planta eléctrica guardada para emergencias! Por suerte, el miércoles trajo consigo la luz (y un poco de aire fresco) al conseguir un generador mágico que nos salvó la vida, o al menos la cordura.
Las quejas de tres millones de ciudadanos no se hicieron esperar, apuntando hacia todas direcciones. No podíamos creer que esto sucediera en un país tan desarrollado como EUA, mientras políticos: demócratas y republicanos se inculpaban mutuamente. Al final, ¡la luz volvió el jueves en la noche! Y adivinen quiénes fueron los únicos en la cuadra que lo celebramos con aplausos como si fuera Año Nuevo. ¡Que alivio poder contar esta historia con un final feliz (y con el aire acondicionado funcionando)!