El gobierno dominicano tiene todo el derecho a rechazar la instalación de campamentos de refugiados en la frontera. Sin embargo, en lugar de cerrar las puertas por completo, podríamos detener temporalmente las deportaciones de mujeres y niños, y priorizar programas de reunificación familiar, lo cual es humanitario y acorde con la realidad actual.
Nuestra historia y cultura están construidas en base a tradiciones judeo-cristianas, -Israel un pueblo errante- En muchos pasajes de la biblia se resalta la importancia de la solidaridad con los inmigrantes. La falta de hospitalidad en las ciudades de Sodoma y Gomorra, según algunos estudiosos, fue lo que desató la ira de dios y la consecuente destrucción de esas ciudades.
Cuando inició la persecución nazi de los judíos, todos los países cerraron sus puertas, solo Trujillo mostró bondad al aceptar a 5000 inmigrantes, y más tarde a refugiados de diversas nacionalidades incluyendo húngaros, árabes, españoles, japoneses etc. Si piensas que ahora hay muchos haitianos aquí, recuerda que solo Colombia ha acogido cerca de dos millones de refugiados venezolanos en los últimos diez años.
En situaciones de conflicto como el de Israel y Palestina, se levantaron campos de refugiados en el Líbano y Jordania con resultados cuestionables. En el reciente conflicto Egipto rehúsa aceptar refugiados de Gaza en sus fronteras de Rafah. Es vital reconocer la labor de la iglesia católica y ciertas agencias de la ONU en la defensa de los derechos de los emigrantes y los refugiados con llamados de acogida no solo a nuestro país, sino a todos los países en la región.
Desafortunadamente nuestro gobierno ha asumido la posición de los ultranacionalistas quienes paradójicamente también se hacen llamar defensores de “la patria y de la vida”, pero para quienes la vida de un niño por nacer, (producto de un embarazo no deseado) vale más que un niño haitiano que clama nuestra ayuda.
La construcción de un muro y la reticencia a la ayuda humanitaria pueden deteriorar la imagen internacional del país. Haití, nuestro vecino y socio comercial clave, contribuye significativamente a nuestra economía a través de su fuerza laboral.
No levantaremos campamentos, pero detener temporalmente las deportaciones y fortalecer los programas de reunificación familiar, similares a los de EE.UU, mejoraría nuestra imagen internacional y aligera la calamitosa situación del pueblo haitiano.